top of page

El papel de victima.

Existen cuatro situaciones que se pueden dar con una actitud de víctimas:

  1. La vulnerabilidad y dependencia de los niños. Debido a la edad, falta de conocimientos y habilidades, necesidad de depender de los adultos, las limitaciones que dichos adultos imponen, etc., todos los niños se sienten víctimas, en muchas situaciones. Esto le sucede a cualquier niño, independientemente de que tenga una vida estable, protegida, feliz y llena de amor. Es parte de las características de la niñez. Al crecer, los resultados de las diferentes experiencias que vivimos, la educación, ejemplos que recibimos, etc., hacen que se pierda o disminuyan este tipo de pensamientos y sentimientos o que aumenten y se establezca una actitud de víctima.

  2. Haber vivido en un ambiente en donde se nos compadecía constantemente, escuchando comentarios como: "Pobrecito se siente mal". "Es injusto lo que le pasa, pero no puede hacer nada". "A ... siempre le pasa algo malo".

  3. El niño escucha y aprende a pensar igual respecto a sí mismo.

  4. El ejemplo de uno o ambos padres que tenían dicha actitud. Los niños tienden a imitar, de manera inconsciente, las actitudes de los padres y de la gente importante en su vida.

  5. Haber sido realmente víctimas, de algún tipo de abuso: Físico, sexual, psicológico, emocional. El impacto de estas vivencias puede ser tan intenso que repercuta a lo largo de toda su vida. Pero aun en estos casos, pueden y "deben" trabajarse las consecuencias, para tener una vida mejor.

Al crecer, las experiencias que vivimos, los ejemplos que recibimos, etc., pueden debilitar, eliminar o fortalecer nuestra actitud ante la vida.

De que forma se manifiesta la victimización:

  • Impide que veamos el problema en toda su magnitud. Se enfoca sólo en una pequeña parte del problema (la parte negativa que nos afecta directamente), por lo que no le vemos diferentes soluciones.

  • Nos aleja de la gente y nos impide resolver nuestros problemas, porque nos mantiene centrados en nosotros mismos: "Pobre de mí, los demás me…, yo no puedo…

  • Impide que nos responsabilicemos de lo que nos sucede y que actuemos, porque al culpar a los demás, son ellos los que pueden y "deben" hacer algo para mejorar la situación. Esto hace que tratemos de presionarlos o manipularlos, con lo que surgen nuevos conflictos.

  • Nos paraliza, porque sentimos que no podemos hacer nada al respecto, ya que no tenemos ni la capacidad ni el control necesario para resolver la situación.

Indagar tus emociones: ¿Cómo te sientes la mayor parte del tiempo? ¿Te sientes impotente, con poca gestiónen tu vida? Vives una gran parte del tiempo con la sensación de que, por mucho que hagas, no resuelves tus problemas y tu sufrimiento? Recuerda que esta sensación, no es un reflejo de la realidad actual. Es el reflejo de nuestras vivencias infantiles y del pensamiento y la percepción de un niño que vivió hace mucho tiempo. Cuando nos victimizamos y no nos damos cuenta de que esa actitud es la que nos impide mejorar y buscar la solución adecuada. Una actitud equivocada que aprendimos cuando éramos pequeños y estábamos realmente indefensos o cuando imitábamos algún adulto importante en nuestra vida. Pero hoy, ya no somos ese niño pequeño, vulnerable e indefenso. Hoy podemos cuestionar lo que se nos dijo y los modelos que tuvimos. Cuando nos victimizamos, no podemos aceptar la responsabilidad de lo que le sucede. Esta actitud puede ser el resultado de una realidad vivida. El sentimiento de ser una víctima, no es inventado, pudo haber sufrido un abuso físico, sexual o emocional durante la niñez, la juventud e incluso la edad adulta. La persona que vivió algún abuso, sí fue una víctima de las circunstancias, porque debido a su edad o situación, no tuvo ni la fuerza ni la capacidad y conocimientos para cambiar esa situación o alejarse de ella. Pero cuando vive sintiéndose víctima, esos pensamientos y sentimientos vividos durante la niñez, siguen dominando su vida. Sin darse cuenta, de que ella es ahora, su propio victimario. Desarrolla un plan de vida. Cuando tenemos metas claras, podemos motivarnos con mayor facilidad y reconocer los pasos necesarios para lograrlas. Esto le da un sentido y un significado a nuestra vida, nos proporciona la sensación de control y aumenta nuestra autoestima. Enfócate en los aspectos positivos de tu vida. Todos los tenemos, simplemente no estamos acostumbrados a verlos o a reconocerlos.


bottom of page