Cuando existe una situación o una persona que se presentan en nuestra vida en particular y nos afecta, provocando un malestar interior, estamos proyectando de forma inconsciente según los programas familiares.
En cierta manera caemos muy fácilmente en la trampa de la ilusión creyendo que elegimos o somos culpables de tales cuestiones que afectan nuestro presente o de creer que son los demás los que nos impiden la libertad y felicidad. Cuando en realidad somos nosotros mismos los responsables de lo que nos estamos generando en el presente.
Al realizar un proceso interior haciendo una mirada en las programaciones inconsciente podemos ser plenamente conscientes de que todo lo que vemos afuera es el reflejo de nuestro interior y que de cierta manera refleja nuestro estado mental y emocional, al tomar consciencia de ello tenemos más chances de sanarnos, expandiendo nuestra percepción con una nueva forma de ver.
Atraemos a nuestra vida todo aquello que no queremos ver, todo aquello que rechazamos. Y vivimos cosas en nuestra vida que son parte de la sombra oscura del inconsciente colectivo familiar y social, es automático.
Obviamente que desde esta mirada que les exponemos todo lo que de cierta manera atraemos y proyectamos luego tiene una intensión de integración para el inconsciente y no como muchas veces creemos que es para sufrir más.
Ser consciente de que el otro es nuestro interior atrapado en ciertas creencias y programaciones del pasado de la familia, nos libera de muchas emociones ancladas, como en el caso de la culpabilidad, sabiendo que todo lo que pasa es 97% inconsciente y es para integrar el lado oscuro y evolucionar. Así podemos ponernos en contacto con lo que rechazamos, tomar consciencia e integrarlo. Esto es importante, porque la sombra siempre tiene algo que manifestar, y si no se hace consciente terminaremos siendo títeres de esta misma.
Por ejemplo, admitir que sentimos odio nos permite liberarnos de la esclavitud de vivirlo, sabiendo también son las carencias del clan que nos llevan a experimentar esa sensación que nos aprisiona. No se trata de sácanos de encima los síntomas, sino más bien expresarlos y dejarlos que se manifiesten para poder ver que hay detrás de ellos. Cuando no nos resistimos a nuestras emociones y sentimientos, dejándolos sean y salgan, osea se expensen, podemos observar con la totalidad para así transformarnos. En Biodecodificacion, valoramos este proceso ya que nos permite generar nuevos recursos para sentirnos en paz en el presente.
Con esta nueva mirada podemos tener comprensión de cualquier cuestión que nos traba como ser una enfermedades física o un proceso más bien emocional. Aquello a lo que te resistes persiste, aquello que aceptas se integra y se transforma, es muy sencillo.
Cuando nos hacemos responsables y conectamos con las emociones, nos damos la posibilidad de convertir la proyección. Pero lo primero que tenemos que darnos cuenta es que aquello que creemos que viene del exterior viene en realidad de nuestro interior y lo estamos atrayendo a nuestras vidas.

En la mayoría de las veces la persona a la que amamos tiene los rasgos y las características de nuestra sombra. Nunca nos enamoramos por aquello que creemos, más bien por aquello de lo que no somos conscientes.
La proyección de la sombra en la mujer se manifiesta por la gran carga que lleva, memorias de abusos y violaciones, dolor y sufrimiento. Todo ello sin poder expresarse y guardado en la memoria familiar. En estos tiempos que transcurren las mujeres comienzan a empoderarse al tomar consciencia corporal (lo sienten en su cuerpo) de la sombra, cuando ve en el hombre el reflejo de sí misma. Esta violencia que recae sobre ellas es la manifestación de no amarse a sí mismas, de no respetarse. Es la expresión de la violencia que tienen contra ellas mismas, fruto del inconsciente familiar y colectivo.
La mujer ha sido un objeto sin valor y esto se ha anclado en el inconsciente como “no ser merecedora o valorada”. Es hora de transformar tomando conciencia de que esta manera de vivir no le pertenece. Al liberarse ella, libera al inconsciente femenino.
La proyección de la sombra en el hombre se manifiesta como un dolor profundo por no expresar sus sentimientos. Esta frustración se manifiesta en la forma de violencia. El hombre tiene que respetar y manifestar su parte femenina para poder liberarse de la carga: la de ser fuerte frente a todos los acontecimientos de su vida. El hombre ha sido guerrero en mil batallas que su inconsciente tiene grabadas.
Ambos programas, aunque aparentemente diferentes, arrastran la misma frustración inconsciente: la de no mostrar ninguna emoción, la de ser duros contra todo los sucesos, por muy dolorosos que sean.
Podemos ser parte y protagonistas de una verdadera transformación, solo si ponemos voluntad en realmente sentir y accionar de un modo responsable y consciente HACIENDO UNA VERDADERO CAMINO DESDE ADENTRO PARA LUEGO REFLEJAR AFUERA.